domingo, 13 de septiembre de 2009

Jeter Inmortal

Inmortal es el adjetivo perfecto para catalogar a las figuras que dejan una huella tan profunda en su campo de desempeño que son merecedores de poseer artículos especiales en los anales de la historia. Inmortal es el calificativo exacto para distinguir a un nombre propio que no solo ha conseguido continuar a base de imparables una tradición de más de un siglo, sino que bajo sus hombros recae la responsabilidad de mantener el beisbol a flote cuando el deporte vive épocas negras gracias a la tragedia de los esteroides y los vaivenes de la fama que afecta a tanto atleta.

Por eso es que no se puede describir sino de Inmortal la gloriosa carrera de un hombre que ha hecho historia en la casa que el mismo ha ayudado a construir, los Yankees le deben sus éxitos de la última década a Derek Jeter; el beisbol de grandes ligas le debe el poder mantenerse menos sucio durante los últimos años al campocorto de Nueva York. Jeter es un jugador que no se destaca por tener extrema habilidad defensiva, ni por su capacidad para correr las bases de manera magistral y mucho menos por su eficacia jonronera; pero si es un jugador de equipo, un líder que saca lo mejor de sí ante la adversidad y que tiene una ideología de trabajo que le hace ser un excelente beisbolista con una constancia tremenda con el madero: de esta manera no solo se ha podido convertir en el campocorto con más hits del las mayores, y en el beisbolistas de los Yankees con más imparables en la historia, superando a Lou Gehrig luego de 70 años, sino que es el heredero directo de los grandes nombres como Mantle o Berra, aquellos jugadores que ubican a la memoria en la zona de la nostalgia.

Es que Jeter es el capitán del equipo más ganador en la historia del beisbol organizado, aquel beisbol que se puede dividir entre dos fanaticadas, los seguidores de los Yankees y todos aquellos que van en contra de Los Mulos del Bronx; pero ningún apasionado por la pelota que se respete puede negar que Jeter es un ser diferente que simboliza el trabajo y la dedicación para cumplir los objetivos y llegar a lo más alto, admitiendo que solo así la victoria es dulce como el almíbar y la derrota solo sirve de aliciente para conquistar un juego exquisito que día tras día se ve más como un vertedero de basura que como una competición de honor, coraje e inteligencia.

Tantas alabanzas no llegan en vano, el shorstop de Nueva York inició su carrera en 1995 y desde entonces solo ha tenido una temporada con menos de 160 imparables, estando en camino de llegar a su séptima campaña con más de 200 hits. Pero más allá del record mítico, y los numeritos de otro mundo, lo que ha conseguido Jeter de manera magistral es posicionarse en la mente de la fanaticada del beisbol como un deportista impecable, excepcional y sencillo que lo da todo por el deporte y que siempre defenderá los intereses no solo de su equipo sino del beisbol por encima de los personales. No en vano tantos comentaristas, y seguidores de la pelota de la gran carpa, repiten día tras día que ya no les sorprende ningún nombre relacionado con el consumo de sustancias prohibidas, pero que el único pelotero que les partiría el alma en dos y que les quitaría la fe y el amor por el beisbol es Derek Jeter.

La Importancia de Jeter, y la seguridad de que su nombre estará junto al de los grandes, no radica en los numeritos estratosféricos o en su título de capitán a los Yankees, sino en su liderazgo sin fronteras, su empeño en devolverle al beisbol su brillo de antaño y su capacidad para resplandecer en una pantalla manchada de barro, esa pantalla que llamamos beisbol de grandes ligas; por eso Derek, eres inmortal.






(El 9 de Septiembre de 2009 Jeter se convirtió en el campocorto de los Yankees con más imparables, esta columna que lo exalta salió publicada en Venezuela al Día de Florida, Noticiero Digital y El Hispano News de Houston)

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